EL PELIGROSO JUEGO DEL GREMIO DE LA EDUCACIÓN PARTICULAR

31.07.2020

Gonzalo Armas Medina

Padre de familia

Voy a permitirme dar mi opinión en torno a este tema, porque creo que es un hecho que tiene repercusiones sociales profundas, que superan el aparente problema del pago de las pensiones en las instituciones de educación particular, para eso me planteo, y le planteo a usted, algunas reflexiones, que espero sirvan para tratar de encausar el problema y darle una solución.

¿Cómo funcionaba el modelo educativo en el que usted, sus padres y quizás hasta sus abuelos se educaron? Pues básicamente consistía, en enviar a sus hijos a la escuela, en la que permanecían alrededor de seis horas del día, bajo la atenta vigilancia y cuidado de una estructura administrativa y docente, compuesta de un maestro o conjunto de maestros, que a su vez eran observados o vigilados por un grupo de supervisores, que a su vez se encontraban dirigidos por las autoridades institucionales, más el apoyo administrativo de secretarias, porteros, asistentes, etc.

¿Qué pasó con la pandemia? Pasó que el modelo educativo tradicional desapareció, y no se sabe si reaparecerá algún día. La presencialidad, fue la nota característica de ese modelo implementado en la era industrial, la vigilancia y seguimiento cercano del estudiante, el uso de uniformes, el uso de las instalaciones, el uso de los servicios institucionales, el esquema administrativo-docente, la escuela como guardería, no existe más.

¿Qué es lo que estamos presenciando? Estamos presenciando el surgimiento y consolidación de la revolución digital, la internet, los sistemas de información y comunicación. El mundo en consecuencia se encuentra hiperconectado, lo que ha generado un intenso intercambio de flujos de información, y la posibilidad de compartir ideas, documentos, libros, tesis, videos, hacer negocios, en todos los idiomas y lugares del mundo, al alcance de un clic. La fuerte presencia de esta tecnología con un costo accesible, más el acceso masivo a las mismas, ha hecho posible que las instituciones de educación a todo nivel puedan seguir con el proceso educativo, en condiciones más o menos normales.

¿Qué es lo que no va a cambiar? Lo que no va a cambiar es la presencia del virus en nuestras vidas, la pandemia seguirá su curso, seguiremos enfermando, la economía del Ecuador y del mundo está en ruinas, no existe hasta el momento el desarrollo de una vacuna, que detenga este drama de la humanidad, y fundamentalmente, algo que no va a cambiar, es que tanto usted como yo, no estamos dispuestos a poner en riesgo la vida de nuestros hijos.

¿Qué ha hecho el Gobierno? En días pasados, el Ministerio de Educación expidió una norma, que se encuentra desarrollada sobre la base de la Ley de apoyo Humanitario, en la que se establecen alternativas al modelo educativo tradicional (presencial), que se encuentran "aterrizados" a las circunstancias catastróficas, que atraviesa la humanidad. Estas alternativas, pretenden flexibilizar el proceso educativo, es decir lo que resulta obvio: reducir materias, reducir carga horaria, reducir los costos de la educación, posibilitar alianzas, permitir la creación de instituciones de educación emergentes, y hasta desarrollar la educación en casa. No soy un fan de las acciones del gobierno, pero parece que estas medidas, en el fondo, aunque ellos no lo dicen, están pensadas para tratar en alguna medida de contener la deserción esperada del sistema de educación de cientos de miles de nuestros jóvenes, y el colapso completo del sistema de educación pública que no tendrá la posibilidad de absorber a los estudiantes del sistema de educación privado. La propuesta normativa del Gobierno ha señalado como posibilidad para las instituciones de educación particular, que estas soliciten una autorización para la adopción de las nuevas modalidades educativas.

¿Qué es lo que vamos a tener al inicio del próximo año escolar? Según la propuesta de las instituciones de educación, más de lo mismo, profesores y alumnos conectados a través de internet, con la misma carga horaria, con las mismas materias, como en un régimen normal. En este punto, el amable lector de estas líneas podría quizás coincidir conmigo, en el sentido de que, si las circunstancias de la sociedad se transformaron tan radicalmente, las prioridades de las familias mutaron, los hábitos de consumo se redujeron al mínimo, el modelo desapareció, y las tecnologías de la información irrumpieron con tanta fuerza en nuestros días. ¿No resulta evidente acaso, que la forma de impartir la enseñanza, lo que se enseña, cómo se enseña, cómo se evalúa lo que se trata de enseñar, incluso, cómo se determina el costo de este nuevo tipo de educación, tienen que cambiar?

Sin embargo, he podido constatar que las instituciones de educación privada han asumido una posición institucional, en la que en algunos casos de forma pública, o a través de sendas comunicaciones a los padres de familia, y en otras a través de reuniones virtuales en las que dan a conocer su oferta educativa, anuncian su negativa a acogerse a las modalidades educativas propuestas, para afrontar las circunstancias extraordinarias por las que atraviesa la humanidad, aduciendo vergonzosamente a manera de justificación, que la situación en la que nos encontramos es circunstancial, producto de una declaratoria de estado de excepción realizada por el propio gobierno, y especulando sobre la posibilidad, de que en el corto plazo los estudiantes vuelvan al menos de forma semipresencial a las aulas.

En lugar de llenarme de indignación, la respuesta institucional y la consecuente posición gremial, me ha llenado de vergüenza, por las siguientes razones. Los dirigentes o propietarios de estos centros educativos se niegan a aceptar la realidad por la que atraviesa la humanidad, y han cerrado filas en contra de la sociedad, específicamente en contra de los jóvenes y niños, siendo ellos, como educadores y formadores de juventudes, los llamados a generar alternativas para evitar que las personas de su PROPIA comunidad educativa abandonen sus instituciones. Se supone que se trata de centros humanistas que les enseñaban a nuestros hijos a pensar, y a pensar críticamente, y actuar de forma solidaria. Sin embargo, se niegan a aceptar las consecuencias de una transformación social sin precedentes en la historia de la humanidad, cuando se supone que les enseñaban a nuestros hijos a buscar la verdad, a enfrentar las consecuencias de sus actos, a ser honestos, a ser coherentes. Reniegan y desconocen a la comunidad educativa, y nos niegan el derecho, a los representantes de sus clientes, de participar en la toma de decisiones trascendentales, como por ejemplo la adopción de un modelo educativo alternativo. El modelo de proyecto educativo integral, solidario, democrático, orientado por el diálogo y la transparencia, del que tanto hacían alarde, en programas, eventos o publicidad, al parecer siempre tuvieron como único guía, al lucro y al interés de los propietarios de las escuelas y no al bienestar de los estudiantes y peor aún de su formación. Una parte del sistema de educación pretende burlar el derecho humano a la educación. El Gobierno, la Asamblea y la Justicia deben actuar, para corregir esta situación que puede perjudicar muy gravemente el derecho a la educación de la sociedad presente y futura, lo que sin duda podría constituir una de las mayores afectaciones sociales en la historia de la república. Sin duda una verdadera tragedia.

Se puede ver con claridad, que la estrategia de las instituciones de educación particular, busca forzar a los padres a aceptar las condiciones que ellos creen, pueden mantener como propietarios de las escuelas, y tratan de posicionar el tema ante la opinión pública como una pugna entre el Ministerio de Educación y las escuelas y colegios particulares, donde la pandemia es un tema circunstancial. Pues bueno, creo que es pertinente recordarles a los actores del sistema que somos los padres de familia quienes decidimos si enviar o no a nuestros hijos a la escuela. En segundo lugar, somos nosotros quienes decidimos en que institución educativa se educan nuestros hijos. En tercer lugar, somos nosotros quienes decidimos, si pagamos o no por el servicio. Finalmente, creo que las organizaciones de padres de familia de los diferentes niveles de educación, debemos organizarnos para evaluar el comportamiento, con el que actúan estas instituciones, y corregir esta arbitrariedad. ¿Por qué razón, las escuelas no convocan a una reunión ampliada con los padres de familia para que podamos conversar y ponernos de acuerdo? Bueno, yo creo que es porque no van a tener los argumento para sostener su posición. De todas formas, creo que es mejor dialogar. ¿Usted qué cree?

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